Puede un recuerdo ser triste y feliz al mismo tiempo?
Mi papá murió en Montevideo y yo estaba en Buenos Aires.
Murió el miércoles 14 de abril de 2021 las 7 de la tarde.
Mi hermana Agustina me llamó a las 11 de la noche del martes para contarme que habían intubado a papá. Yo sabía que se iba a morir; pero no sabía cuándo.
Esa noche fue triste y larga. Me quedé chateando con mi prima Victoria hasta muy tarde, tipo 3 de la mañana.
Hablamos de mi papá y después nos pusimos a hablar de otras cosas, nos mandamos memes y cosas así. Se sentía cómo tener un salvavidas en pleno altamar. Un mimo ante tanto dolor. Ella también estaba destrozada. Mi papá era su padrino y se adoraban.
Quise dormir un rato pero no pude, daba mil vueltas en la cama.
Se me ocurrió bañarme a las 5 de la mañana, para relajarme un poco. Y pasó lo que tenía que pasar; me lloré todo en la ducha. Ese dolor que sentí en el pecho, no lo había sentido jamás. Me volví a la cama, agarré el celular para despejarme un rato en las redes sociales y al rato me quedé dormida.
El teléfono sonó tipo 8 o 9 de la mañana, no recuerdo bien. Esa llamada me despertó del sueño profundo que había logrado. Era Agustina, que me decía que a nuestro papá le empezó a fallar el corazón y los riñones.
Estábamos en plena cuarentena, con restricciones muy severas para circular por la calle; y el virus, de verdad, estaba a la vuelta de la esquina.
Al mismo tiempo, queríamos cuidar a mi mamá que estaba en su depto. Me llamó tipo 10 de la mañana. Me preguntó cómo estaba. Quiso consolarme pero terminamos llorando juntas. No hubo muchas palabras, porque no había mucho para decir. Cuando mi mamá llora, se que la situación es grave, gravísima.
Ese día, cancelé toda mi agenda; la cabeza no me daba para nada. Estaba muy cansada y triste.
Mi hermana Agustina se pidió el día en el trabajo y vino a mi casa, tipo 11 de la mañana.
Siempre nos cuidamos mucho del covid, pero era una situación tan límite que queríamos estar juntas.
Apenas llegó a casa, vio una foto de mi papá soplando velitas en su cumpleaños.
La noche anterior, me puse a revolver cajas de fotos y encontré esa. Y la puse en un estante. Al día siguiente, prendí una velita blanca. En esa velita yo había puesto un deseo: que vuelva a cumplir años.
Mi hermana ve la foto, se quiebra y me dice: me la regalas? Si, claro le dije. Tengo los negativos, asique puedo imprimir las copias que quiera.
Y en ese momento me dice: NO TENEMOS FOTOS DE PAPÁ.
Cómo? Tenemos cientos de fotos de papá!
Mi hermana no es muy fanática de hacernos fotos en navidades o cumpleaños. Es más, mucho no le gusta. Pero ese día me vino con eso: no tenemos fotos de papá.
Nos pusimos a revisar cajas de fotos familiares. Yo tenía razón: tenemos cientas! Y encontramos muchas fotos de mi abuela paterna, Angélica. No la conocimos porque murió cuando mi papá tenía 15 años.
También encontramos fotos de la niñera de mi papá, Agustina. Mi hermana recibió el mismo nombre en honor a esta niñera tan amorosa que cuidó a mi papá hasta cuando fue bastante grande.
Me dió paz encontrar esas fotos de mi abuela y de la niñera. Sentí que lo estaban viniendo a buscar. Y que lo iban a cuidar en el más allá. No sé cómo explicarlo, pero sentí la presencia de ellas. Hacía tiempo que no las veía en fotos y de repente, aparecieron. No las conocí, pero las sentí cerca.
Estuvimos un buen rato mirando fotos. Me encontré con fotos que hacía años que no miraba. Muchísimos recuerdos volvieron gracias a esas fotos.
Nos pusimos a ver fotos y tomar mate mientras mi papá se estaba muriendo en otro país. No podíamos salir de Argentina ni entrar a Uruguay, porque las fronteras estaban cerradas. Yo no podía entender cómo se puede estar tan triste y al mismo tiempo tan tranquila. Con el tiempo, lo entendí: tantos años de terapia te preparan para el dolor que se viene y aceptás más. Siempre sentí que enojarme con el covid es lo mismo que tirarle piedritas a la Cordillera de los Andes.
Se lo dije a mi hermana: este día que pasamos juntas, fue una de las cosas más lindas que me pasó en la vida. Porque si bien mi papá se estaba muriendo, estaba con mi hermana.
Cuando era muy chica, mi papá me enseñó a usar una cámara de fotos en las Cataratas del Iguazú. Obviamente me salieron con dedos, pero el me dejó experimentar.
El día que mi papá murió, también me enseñó de fotografía: cuando nos vamos a otro plano, sólo quedan tus fotos.
No me pude despedir de mi papá como hubiera querido. Le mandé un audio por Whatsapp, como nos pidió su segunda esposa, Rosario.
De se día recuerdo que el aire estaba más limpio, que podía respirar, que estaba soleado. Era un día de semana y mis vecinos estaban tranquilos, había una calma, había silencio, escuchaba los pajaritos cantar.
Yo siento que me despedí en vida, días atrás cuando hablábamos todos los días por Whatsapp, cuando estuvo internado en terapia intensiva. En vida, nos dijimos todo, lo bueno y lo malo.
Pero ese es otro tema.
Hoy por hoy tengo por delante un gran proyecto, quizás el más importante: ordenar las fotos de mi papá 💖