Apropiarse y resignificar el archivo fotográfico familiar.

Con Agustina nos conocimos en Instagram, ya que vió en mis stories el trabajo que estaba haciendo con otra clienta, Clara.

Estaba digitalizando todo el archivo de Clara, haciendo álbumes y pegando sus fotos cronológicamente.

Yo sé que mi trabajo es algo raro.

Ordeno las fotos de otros.

Pero te soy sincera, no lo siento “un trabajo arduo y duro”.

Muchas veces lo siento como armar un rompecabezas. Casi como un juego.

Con el tiempo entendí que muchos de mis clientes me envían toda su historia en fotos porque no pueden hacerlo solos. O no tienen ganas, ni tiempo.

Abrir el propio archivo también es enfrentarse a ausencias que aún duelen.

Alguna vez me dijeron que soy como la psicóloga de fotos.

También me han dicho que soy como una “editora” de recuerdos de otros.

Me encargo de reconstruir historias fotográficas familiares mezcladas, que no tienen estructura ni un hilo conductor.

Me lleva tiempo conocer un archivo, desarmarlo y entregarlo de un modo que tenga sentido, que sea agradable a la lectura.

Ya lo dije en otro post: las fotos desordenadas no sirven para nada.

Entonces acá aparezco yo, para ayudar a los demás a re-armar su historia familiar.

Agustina me envió TODO su archivo.

Cuatro cajas repletas de fotos.

Este tupper fucsia es sólo una cuarta parte.

Empecé por este tupper: tenía 7 álbumes.

Y me puse manos a la obra.

Hice un registro fotográfico de todos los álbumes.

Digitalicé en alta calidad todas las fotos.

Luego, hice un álbum nuevo.

Y pegué las fotos cronológicamente.

No tiramos ni una foto y redujimos de 7 a 1 sólo álbum.

Aclaración: todavía sigo trabajando en el archivo de Agustina, me faltan 2 cajas de 4!

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